Elixio Rivas es una de las voces privilegiadas en el estudio de la toponimia, argumento que aquí usamos de base para indagar en el origen de Oira y el de la propia ciudad de Ourense
En lo alto de la Sierra de San Mamede hay nieve, en pleno mes de mayo. En el entorno del Santuario de Los Milagros todo es silencio. Un silencio monumental, pétreo. Allí, al pie del santuario y del monte Medo, en cuya loma, la que viene de Vilar de Cas y toda la orilla del río Tioira, también vivió su “fiebre del oro”; un gran escenario de remoción de minería romana de oro en superficie. Muchos de aquellos cantos rodados, fruto de las miles de toneladas de tierra removida, son los que hoy se esconden bajo la calzada, antes del asfalto. “Leváronos en cestos, atá se sabe canto lle pagaron ás mulleres por eles. Nesta parte non se ve montoneira ningunha, pero atrás son verdadeiros montes”.
Aquí seguimos, si no tras la estela luminosa del legado áureo (oro) propiciado en la primera centuria por el emperador Augusto, sí al menos hoy con el propósito de dar luz a los orígenes, aquí a través de las palabras y su origen.
Monte do Medo
Una conjetura: en Levices (Coles), donde se ubica una explotación minera, la loma que apunta al Miño se llama así, Monte do Medo; en la otra orilla, en Vilariño (Pereiro de Aguiar), también. Más allá de la casualidad, buscamos una explicación. “Medo? Non coñezo toponimia menor disto. Monte é unha palabra latina; Medo é todo isto onde nos atopamos, que se estendeu a todo o Val dos Miragres; hai Cabeza de Meda e hai outras Medas; e eu coñezo eiquí arredor de catro ou cinco medorras, que según (el arqueólogo primigenio) Manciñeira Pardo eran enterramentos, pero estes -Zorelle, Maus, Arnuide, Casasoá- son castros moi antigos, construccións sen pedra”, apunta Elixio Rivas (Fondo de Vila, Xunqueira de Ambía, 1925).
Recurrir a la toponimia para certificar origen en los nombres propios de un lugar no es un ejercicio menor, no me lo parece. Si la palabra Meda o Medo resulta una incógnita aún por desvelar, quien atiende es una autoridad en la materia. Un solo toque de timbre resuena en el rellano; la puerta de los Padres Paúles la abre él, sin preguntar y dispuesto a conjugar sabiduría. Tiene rostro redondeado y mirada calma, aspecto de buena persona y un aire de alquimista cuya pócima son las palabras que le fluyen desde el manantial de la memoria. Viste como procede, de oscuro, para no desentonar en una estancia práctica presidida por un crucifijo. Desde la atalaya de su menguada estatura descubrimos que la conversación puede ser infinita, sabia, magistral sin los atrancos de la edad -92 años- y una memoria que resiste “Se puede -le pregunto- viajar con las palabras” “Xa o creo. Así aprendín eu moitas, indo no coche e fixándome nos sitios. Moito é fixarte na conformación do terreo”. Si la toponimia de por sí aporta unas pistas (lugar y procedencia) en el estudio de los nombres, en un territorio como el nuestro de puro minifundio, esta disciplina puede ser un verdadero tesoro en buenas manos. “Os nomes primitivos pertencen a oroxenia: os dos montes, despois veñen os dos ríos. Ao estudiar a hidronimia os núcleos -etimolóxicos- dos ríos pódelos atopar en toda Europa, Asia, incluso América”. Autor de una obra extensísima y concienzuda, solo uno de sus libros, “Onomástica persoal do noroeste hispano”, alberga 20.000 citas, todo un edificio alrededor de la lengua “son as formas antigas como aparecen; á xente hoxe non lle interesa moito”.
La vida de Rivas ha sido un compendio de cosas, todas sumadas a la lexicografía, la onomástica y la toponimia. A estos saberes deberemos sumar la enseñanza y un prolijo amor y conocimiento por la etnografía. Fruto de ello, el museo, situado en una de las estancias del santuario anteriormente dedicada a la labranza.
Por Oira y su entorno casi no hace falta preguntar, lo tiene estudiado y escrito, desde hace muchos años. “Oira é máis antigo cos romanos. Oira decimos hoxe, pero era Oria, e antes Oría, vocablo preindoeuropeo, 4.000 ou 5.000 anos, máis antigo que o ouro de Roma¨. Ouro-oro, aurum é unha palabra latina que trouxeron os romanos; hai outra palabra que é or/ur, a base, que pasa despois a or/ía, que é o artigo femenino posposto, moi primitivo, antiquísimo”.
Palabras
Palabras que se interrogan a sí mismas, atrapadas estas en los meandros de una conversación pausada, que nos retrotrae en el tiempo y aporta argumentos. No solo etimológicos, “Oira é pre-indoeuropeo, e é unha evolución xa; unha metátase de Oria, que é o que din os romanos, pero eles danse conta dunha cousa interesante, a base da etimoloxía é popular: o latín clásico dicía aureus, aurea, aureum, pero o latín popular era orius, oria, orium. Entonces orius/oria coincide con Oira, entonces Oria”. Las teorias de Elixio Rivas, escritas en su monumental bibliografía, están expuestas en el museo dentro de una vitrina; coinciden con la de otros estudiosos. “Os romanos non asentan nas Burgas senón fóra delas, fanno no castro de Oira, pero teñen que pasar o Miño. Sabemos que pola zona que o fan se chama Porto Oriense ou Porto Auriense, porque a soldadesca decía orius-oria, os “mandos”, Auria, ámbolos dous apuntando ao latín aurum”. Casualidades o no, de ese paso desde Oira hasta Portovello, donde estaría hoy la capilla, resurge -según dice- el topónimo Ourense. “Na capela de Portovello hai unha coiceira, e é bastante amplio o río, eso foi un porto, o porto Oriense primitivo. Ourense vén de aí seguro; porto Oriense dá porto Orense, e Auriense pasa a Ouriense; tan galega unha coma a outra”.
A Rivas la curiosidad le ha llevado a otras “pasiones”: la arqueología y la etnografía, su museo es un compendio. En esa curiosidad vuelve su mirada a Oira. “Sabendo a orixe do castro e a explotación do lado, por que non se fixo ningunha cata nin nada; téndoa a man?”.
Son preguntas sin respuesta, al menos de momento. En San Mamede sigue la nieve, está a 1.100 metros de altitud, según dice.
Fuente: La Región 06/05/2018
http://www.laregion.es/articulo/ourense/elixio-rivas-do-castro-oira-non-ten-averiguado-nada-raro/